
Te ví.
Venias entre la gente,
disperso en el viento
del otoño,
con ese gesto tan tuyo
que reconozco.
No supe acercarme.
Me dio gracia ver
que aun te persigue
esa vieja manía
de hablar sólo
y en voz alta.
Imaginé la conversación,
seguro estabas peleando
con el mundo,
con las ganas,
lo ideal y las utopías.
Giré
y me quedé
con tu espalda
como la vieja postal
amarilla y lejana
que me dejó tu despedida.
Te ví seguir.
Te llevo en mis pupilas
L.
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