viernes, 24 de diciembre de 2010

Sangra


La tarde mitiga mis pasos mientras camino buscando el crepúsculo, me pregunto cuantas calles tendré que cruzar hasta dejar de pensarte. En el puente el río que se pronuncia en lenta retirada me observa desde el reflejo. Desvirtúo el espejo arrojando piedras a mi imagen que se parece demasiado a la melancolía.
Me niego a un amor que se consume por si mismo. Un amor que tiene tanto brillo como la misma estrella que en el horizonte se impone. Pagaría cualquier precio a cambio de la memoria sin importarme la injusticia de arrancarte de mi vida. No me importaría.
Prefiero la desidia del vacío sabiendo que nunca pude encontrarte, antes de saber que habiéndote encontrado jamás podré tenerte. Y en la mordida de la copa bebo de mi propia sangre para en este ultimo sorbo poder recordarte, antes de destrozar tu imagen.
En silencio me despido, mientras el río me espera para buscar el crepúsculo después de la tarde que se adolece de mis descuidos al mancharla con sangre.


Va a ser mejor que te dejes olvidar.


L.