Cierro mis ojos,
todavia el vaivén de tu cuerpo
mece la noche.
Mis manos ahora en las tuyas
recorren sigilosas
un mapa trazado con descuido
y sin querer.
Me aferroal filo del hambre
suplicando la embestida,
dulce agonía
breve consuelo,
que mis labios
beben de tu sueño.
L.
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