De entrada su clara sonrisa
invita a relajarme
su perfume ligero me roza
junto a su cuerpo,
sin descuido.
En actitud de entrega comienza el rito
mientras sus manos,
manipuladoras de placer,
deshacen a sus anchas.
Me dejo ultrajar
en ese momento donde
sus dedos
me mojan
me tocan
me masajean
me escurren.
Y soy la victima
de un flagelo
que siempre vuelvo a buscar.
(Mi peluquera puede llegar a ser
la ultima coca cola en el desierto.)
L.
2 comentarios:
buenimos!!
besitoss amiga.
Excelente!!!!
Me encanta.
un abrazo
Su amiga Láudano
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