miércoles, 19 de diciembre de 2012

1998

Podría haber jurado que todo había acabado.
Lo habría jurado hasta ayer.
Pero el azar trajo aquellas viejas notas a mis manos, como en aquel tiempo los días te trajeron a mi.
Íbamos a contramano porque nos parecíamos mucho, quisimos ser cuando todos decían que no podíamos hacerlo y lo hicimos, sin piedad y sin vergüenza, frente a todos y sin testigos, desde el principio hasta el final.

Y esa fue la puerta para que un perezoso instante determinara tu presencia para siempre.
De repente los aromas irrumpieron en mi mente, la vieja polaroid de tus abrazos, la dulce melancolía de permitirme (por primera vez) enamorarme.
Leerme fue encontrarte, recordar el olor de tu boca, la manera loca de reírte que sólo yo pude conseguir (ese uno de mis tesoros conquistados) y el inconfundible sello de tus dientes de adelante separados.
De repente pude olerte, tocarte, besarte, como aquellas noches en las que caminamos y parecíamos hacerlo para siempre, porque elegimos siempre el camino más largo, para alargar cada uno de todos los detalles.
Cada vereda fue el mejor balcón, cada momento la mejor excusa.
Tantas veces nos vimos y tan pocas hicimos el amor, y sin embargo recuerdo cada instante. 

Tu boca en mi boca, tus manos en mis pechos, mi cuerpo temblando sobre el tuyo, los libros en la cama, la música flotando, el dormir sin hacer nada más que abrazarnos.
Quizás porque intuíamos que todo iba a pasar muy rápido fue que quisimos hacer el tiempo más lento.
Si hoy volviera a verte te contaría cómo vos me hiciste a mi.
Vos y tu contundencia construyeron una gran parte de mi mundo. 

Con todo el dolor y todo el amor que traía tu bagaje, yo te elegí como escultor de mi rusticidad de amante.
Pienso cada tanto en eso, me lo permito. Fantaseo con la idea de encontrarte, caminando entre la gente busco rostros que se parezcan al tuyo y me imagino como se verían tus ojos, con los años, otra vez al mirarme.Cómo aquella primera vez, en aquella noche de invierno, donde tus ojos (los más tristes) se encendieron para mi.

Y si pudieras leerme ahora te agradecería el amor, el vuelo, la magia de haber sido mi amante. Porque aunque una parte de mí murió cuando te fuiste, otra nació para enseñarme que el amor valiente es aquel que se permite ser, aun cuando ya no queda nada, aun cuando sólo quedan viejas notas hablando de un pasado y un presente.
Siempre voy a ser por vos, siempre vas a seguir siendo en mi.

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