lunes, 4 de abril de 2011

Lips


Dormís. Te contemplo a centímetros de tu rostro y el aroma de tu piel me narcotiza. Pienso en el tiempo, en las noches que salimos a conquistar utopías y nos reíamos de todo. Pienso en lo perpetuo que nos juramos en la carne y hoy se nos escapa, como una lágrima dejando huellas. El mundo fue nuestro, estábamos convencidos. Nuestra cama era el refugio que nos hacia uno en la piel y en el alma, y era la pócima para salir a enfrentarnos a todos con una sonrisa en la cara, sintiéndonos los elegidos, los inmortales invencibles con todas las armas. Ahora te observo más de cerca, dormís con tu mano sobre mi pierna, cómo reteniéndome un poco para que no me aleje. Cierro los ojos y delineo tu boca sin que lo notes, la conozco de memoria y conozco el cielo que la habita, tanto que nadie jamás podrá confundirme con espejismos de ella. Intento descansar. El amor que nos juramos se mueve dentro de mí y una sensación de calma me dice que llegaremos a conquistar la utopía mas soñada, la del tiempo, la del amor y la de la esperanza. Enmarañado entre las sábanas te acercas a mi cara como si adivinarás que estoy ahí, como un custodio incondicional y tu suspiro me embebe acariciándome el alma. Nunca te dejaré de amar, mientras el trono del mundo ocupe nuestra cama. L.

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