Una ambigüedad de vida y muerte
se trepa por mis dedos
me convierte mitad tiesa
mitad latiente.
Desvanezco en el incierto,
tengo que dejarme ir
donde vuela el viento norte
acariciarme las heridas,
embellecerme las torpezas
y aceptarme en mi esencia.
Un abrazo de mi hija
me vuelve mariposa,
me llena de colores,
y el amor me dice
que no hay precio
para un corazón
que no sabe de razones.
Vivo, respiro, camino
ya no seré sólo mi sombra.